lunes, 11 de abril de 2016

tapete de temoaya cultura otomi

Temoaya, del náhuatl lugar donde se desciende, es un municipio al norte del Estado de México, conocido internacionalmente por los tapetes anudados a mano que produce su gente. Temoaya es una de las ciudades más longevas de México con presencia humana desde la prehistoria. La cultura otomí es significativa por su población de guerreros feroces y hermosas artesanías de lo textil.


En 1969, se fundó la Sociedad Cooperativa de Artesanos de Santiago de Temoaya, S.L.C. como una empresa privada que después pasó a manos del gobierno, hasta que en 1998 se volvió una cooperativa independiente. En 2007, la sociedad cooperativa se unió a la Federación Mexicana de Artesanos y hasta la fecha la cooperativa se rige fundamentalmente por personas de origen otomí, quienes no sólo difunden la técnica artesanal, si no que comparten valores, creencias y tradiciones que los representan.





En 2007, la sociedad cooperativa se unió a la Federación Mexicana de Artesanos y hasta la fecha la cooperativa se rige fundamentalmente por personas de origen otomí, quienes no sólo difunden la técnica artesanal, si no que comparten valores, creencias y tradiciones que los representan



Tapetes de Temoaya



Elia Pérez, 1 Enero 2014
Temoaya es un municipio otomí del Estado de México, ubicado al Norte de la Zona metropolitana del Valle de Toluca y a 2 kilómetros del centro temoayense se ubica la población de San Pedro Arriba, lugar donde se puede apreciar la destreza manual de los artesanos indígenas a través de la elaboración de tapetes anudados a mano con lana importada, que por su forma, color y la enorme riqueza de temas decorativos están catalogados entre los mejores del mundo y representan un rasgo distintivo de la artesanía mexiquense ante el mundo.
El arte popular en México surge de la combinación de las tradiciones artísticas del México antiguo y de las concepciones españolas. Y es de la influencia mutua de estas dos fuentes, de donde surgen todos los elementos para la expresión artística, signo de nuestra identidad nacional.
La habilidad de los otomíes en la elaboración del tapete anudado es ancestral, pero la industria de éste a mano inició en 1969 por el que en ese entonces era Director General del Banco de México, Ernesto Fernández Hurtado, quien impulsó la creación de un centro piloto para el estudio y la producción experimental del tapete anudado y la adaptación de los diseños tradicionales que provenían, entre otros, de los propios habitantes de Temoaya.
Para su fabricación se aplica la técnica persa con una densidad aproximada de 140 mil nudos que forman cada metro cuadrado; se hace sobre una urdimbre de hilaza (algodón) previamente armada en un bastidor de madera, que puede ser grande o chico. El tejedor sigue un patrón sobre papel cuadriculado, a efecto de conocer en puntos cada línea y figura, anudando uno a uno cada hilo de estambre. El nudo que queda en fleco o barba, se corta al nivel del grosor que se dé para el tapiz (un centímetro, 1.80, tres y hasta cinco centímetros), para seguir utilizando el hilo.
El diseño es copia de sus raíces indígenas, las imágenes reflejan una parte del arte popular mexicano. El equilibrio se logra en los telares con el grueso de los hilos que forman el entramado, la altura del pelo y el número de nudos, apretados rítmicamente por el golpeteo de los mazos de dura madera.
El estambre con que se anuda un tapete mexiquense es elaborado con lana de borrego Lincoln originario de Argentina. Es teñido en Tulantepec, Hidalgo, a petición especial de los artesanos. Cooperativistas e independientes usan 44 diseños básicos con más de 350 variantes en colores y medidas considerados estándar, desde uno de 30 x 30 centímetros hasta uno de 1.80 x 2.70 metros, a partir de un libro de patrones que en 1987 les donó una diseñadora de Veracruz.
Esta colección reúne diseños con base en figuras indígenas de diversas etnias prehispánicas, resaltan entre ellos el Otomí, Mazateco, Nayarit, Tepehua, Chiapas, Papantla, Guananuato, Mazateco, Colonial, Tocate, Pochitoque, Cora, Huichol, Chinanteco, Árbol de la Vida, Mexica, Tacuatzis, Ojo de Dios, Paraíso terrenal, Las 4 estaciones del año, Changolo, etc.
Uno de los más apreciados es el estilo colonial que se caracteriza por sus suntuosos bordados con hilos de plata o de oro, aquí resalta la elegancia arraigada en tiempos antiguos que funciona perfectamente dentro de las concepciones de la decoración moderna donde se conjugan la sencillez y sofisticación.
Para tener una idea del esfuerzo que exige la confección de cada tapete, cabe mencionar que el artesano tarda de 15 a 20 días en un tapete de 60 x 90 centímetros e invierte hasta un mes o mes medio en uno de 90 x 1.20 metros.
Una vez que se concluye un tapete, se rasura, se lava con jabón neutro por medio de un cepillo y se pone a secar al sol durante dos semanas, así van tomando forma los telares fabricados para cada medida del tapete. Los certificados de autenticidad se rubrican también a mano, cuyo alto costo se explica por los largos periodos de elaboración y la óptima calidad de los materiales que en ellos se emplean. Lanas teñidas cuidadosamente, resistentes al frote, a la luz y al lavado, garantizan un color brillante y un tacto mullido y suave que requieren un ligero cuidado con una duración mínima de 50 años.
Estos famosos tapetes se exportan en grandes cantidades a países como Francia, España, Alemania, así como Estados Unidos, Canadá, Alaska, Japón, lo que a veces ocasiona que no sea fácil encontrarlos.
                   






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